Finalmente, existe la posibilidad de que un objeto físico pase a un estado en el cual cese de reaccionar con la materia ordinaria, llegando se a hacer invisible para nosotros. El "plano astral" de la tradición ocultista podría quizá representar ese estado.
Se han empezado a recoger pruebas de laboratorio sobre la existencia de misteriosas apariciones y desapariciones. Se dice que en 1974 el versátil y polémico Uri Geller hizo desaparecer la mitad de un cristal de carburo de vanadio ante los ojos de un equipo de cuatro científicos, encabezados por el profesor J.B. Hasted, del Birkbeck College de Londres. La desaparición parece haber sido una consecuencia involuntaria de los intentos de Geller para alterar la estructura del cristal a través de medios únicamente mentales.
Un incidente espontáneo que pareció bastante claro le ocurrió a un investigador sueco, Jan Ejellander, y al psíquico inglés Matthew Manning, por aquel entonces víctima de los poltergeist. Cuando Fjellander salió de su laboratorio junto con Manning, cerró con llave las tres cerraduras de la puerta, y se fueron a su apartamento, donde colocó el manojo de llaves sobre la mesa. Después de comer, las llaves habían desaparecido, y Fjellander tuvo que llamar a un colega para que le prestara un duplicado. Al volver al laboratorio, encontró en un cajón cerrado las llaves que había deja do en su casa. "Tanto él como yo sabíamos que sus llaves habían atravesado todo Estocolmo", dijo Manning.
Ha habido muchos relatos de incidentes similares de teleportación o de aparición de objetos de origen desconocido (aportes) en áreas cerradas y en presencia de mediums. En algunas ocasiones se han vislumbrado formas humanas. "Era una mano real, suave y caliente... Pero apenas la había tocado cuando se desvaneció": así fue como el doctor John Wilkinson describió una experiencia durante una sesión con el medium inglés D.D. Home, que vivió en el siglo XIX Pero como ocurre con tantos datos obtenidos a través de las investigaciones de fenómenos psíquicos, las experiencias subjetivas no han inspirado teorías comprobables.
Algunas de las últimas y más convincentes pruebas de efectos físicos inexplicables son la extraordinaria serie de fotografías tomadas en Haití por una turista americana, Gloria Rudolph, mientras presenciaba una ceremonia vudú. Esas imágenes, examinadas minuciosamente por expertos, revelan la presencia de unas líneas alargadas entrelazándose entre los bailarines; sin embargo, dichas líneas no fueron vistas en aquel momento ni por Gloria Rudolph ni por otros observadores. Algunos de los bailarines parecen perder parcialmente su forma material, en un efecto que sería difícil de falsificar. Efectos similares han sido registrados desde 1973 por una medium londinense, Gladys Hayter.
¿Qué tiene que decir la física teórica moderna acerca de los fenómenos que estamos considerando?
HG. Wells escribió un cuento a cuyo protagonista se le hace "rodar" a través de una cuarta dimensión. Al cabo, reaparece en este mundo como una imagen en un espejo de su antigua apariencia: sus rasgos faciales y corporales están invertidos y sólo puede leer y escribir a. través de un espejo. Pero la idea de "dimensiones mayores" no fue utilizada por los científicos.
El elemento común en los casos que tratamos es "la acción a distancia", la transmisión de una influencia física sin ninguna mediación evidente.
La idea de acción a distancia se está convirtiendo en un tema muy importante; hasta ahora la física ha dado por sentado que todas las influencias están comunicadas entre si a través de campos de fuerza o partículas móviles. Pero la acción a distancia está implícita en la teoría cuántica, tal y como lo confirman los experimentos actuales. También es una parte esencial de las teorías del profesor David Bohm, del Birbeck College de Londres. La teoría de Bohm, expuesta en su libro La totalidad y el orden establecido (1980) puede resultar una pieza importante en la búsqueda de una teoría susceptible de unificar la física moderna. De hecho, Bohm apunta hacia algo más importante que esto, pues intenta relacionar la mente con la materia. Postula que hay una realidad dimensional más elevada que se "proyecta" en nuestras conocidas dimensiones inferiores. Allí crea conexiones entre acontecimientos que no pueden ser explicadas a través de relaciones corrientes de causa y efecto.
Tal vez la nueva visión científica del mundo que parece estar creándose deje un lugar a la acción a distancia. Si es así, puede muy bien arrojar luz sobre las excursiones de los viajeros astrales por otras dimensiones, y las incursiones en nuestro mundo visible de objetos poltergeist.
viernes, 11 de diciembre de 2009
poltergeist
Los objetos que se materializan repentinamente y los que desaparecen de la vista en medio del mayor misterio. ¿provienen de una dimensión y se introducen en otra?, ¿Hay que creen en otra realidad invisible?
Las Misteriosas Apariciones y desapariciones entre los sucesos inexplicables que llenan los archivos de fenómenos paranormales. Son, con frecuencia, parte importante de la actividad poltergeist. Aunque las pruebas concluyentes son difíciles de encontrar, los que estudian tales casos a menudo están convencidos de que objetos en apariencia normales en todos los aspectos pueden aparecer de pronto procedentes "de ninguna parte", acaso de otra dimensión. Un ejemplo bien documentado de tales casos le ocurrió a una pareja que estaban almorzando con dos invitados en la ciudad brasileña de Jabiticabal, en 1996. Estas fueron las palabras de un testigo: Cuando la señora Dias instintivamente miró hacia el techo, vio cómo se desplomaba una piedra, pero cuand13o estaba aproximadamente a metro y medio del suelo se dividió en dos partes, que cayeron en direcciones opuestas. La señora Dias se apresuró a recoger los dos trozos de piedra y descubrió que encajaba exactamente , con una fuerte atracción magnética. Las otras personas pudieron repetir este experimento varias veces hasta que gradualmente la piedra perdió su fuerza magnética.
Los vecinos de la familia también experimentaron una manifestación poltergeist, que fue presenciada por numerosos testigos, al contrario de lo que sucede habitualmente. Durante el desarrollo del fenómeno, un dentista local, el señor João Volpe, acumuló nada menos que 312 piedras, una de ellas de .7 kilos, que habían sido arrojadas a su casa. Al parecer, los sucesos tuvieron por centros a una niña de once años. Las piedras aparecían desde todas direcciones, pero sólo una vez alcanzaron a alguien; en efecto en cierta ocasión una piedra apareció por el aire, golpeó ligeramente a tres personas en la cabeza y cayó al suelo. Los testigos declararon que la sensación era como la producida por "una pelota llena de aire".
En 1977 un fotógrafo profesional, Graham Morris, fue menos afortunado: le golpeó con fuerza en la frente una pieza de un juego de construcciones que volaba en el momento en que accionó el obturador. Su fotografía muestra a dos personas mirándole, una con los brazos cruzados y la otra con las manos en los bolsillos. Entonces, ¿quién tiró la pieza? Este suceso se registró en el transcurso de las primeras manifestaciones de un caso poltergeist de Enfield (Gan Londres), cuando varios testigos vieron caer al suelo piedras, monedas e incluso un pañuelo de papel, como si hubieran traspasado el techo. Otros incidentes que ocurrieron en Enfleld y que violaban las leyes establecidas de la física incluyen la teleportación (transporte por medios misteriosos) de un libro a la casa de al lado, fenómeno que fue presenciado por las personas que se hallaban en una y otra vivienda; la aparición en el aire de un trozo de plástico ante los ojos de un miembro de la familia en cuestión; y, lo más sorprendente, la aparición repentina de un gran cojín en el tejado de la casa, de la que fueron testigos varios transeúntes asombrados.
Incidentes similares se han registrado desde el año 530 d.C., Cuando Helpidio, médico y diácono, describió numerosas lluvias de piedras que caían inexplicablemente en su propia casa. La semejanza en los relatos de lugares tan distantes como Brasil, Sumatra, Mauricio e Inglaterra les otorga un grado de credibilidad considerable.
Si aceptamos la realidad de los sucesos que parecen desobedecer las leyes establecidas, debemos buscar nuevas leyes, y escuchar atentamente a quienes han estudiado los hechos. El doctor George Owen sugiere tres formas de teleportación: traspaso instantáneo; trasladado a través de un espacio superior (es decir, otra dimensión); y adquisición de un estado en el cual no existe ninguna reacción con la materia ordinaria, de manera que el objeto puede penetrar en ésta libremente.
Owen rechaza la idea del traspaso instantáneo por el hecho de que implicaría el traslado de la materia o la energía a velocidades mucho más rápidas que la luz, lo cual contradice la relatividad. La noción de un espacio superior parece más verosímil puesto que es matemáticamente concebible, y los científicos están dispuestos a admitirla, al menos en teoría. De hecho, el filósofo y físico Ernst Mach (1838- 1916), que ejerció una notable influencia en Einstein, escribió que las apariciones repentinas de objetos en nuestro espacio serían la mejor prueba posible de la existencia de unas dimensiones espaciales superiores, inadvertidas por nosotros.
Las Misteriosas Apariciones y desapariciones entre los sucesos inexplicables que llenan los archivos de fenómenos paranormales. Son, con frecuencia, parte importante de la actividad poltergeist. Aunque las pruebas concluyentes son difíciles de encontrar, los que estudian tales casos a menudo están convencidos de que objetos en apariencia normales en todos los aspectos pueden aparecer de pronto procedentes "de ninguna parte", acaso de otra dimensión. Un ejemplo bien documentado de tales casos le ocurrió a una pareja que estaban almorzando con dos invitados en la ciudad brasileña de Jabiticabal, en 1996. Estas fueron las palabras de un testigo: Cuando la señora Dias instintivamente miró hacia el techo, vio cómo se desplomaba una piedra, pero cuand13o estaba aproximadamente a metro y medio del suelo se dividió en dos partes, que cayeron en direcciones opuestas. La señora Dias se apresuró a recoger los dos trozos de piedra y descubrió que encajaba exactamente , con una fuerte atracción magnética. Las otras personas pudieron repetir este experimento varias veces hasta que gradualmente la piedra perdió su fuerza magnética.
Los vecinos de la familia también experimentaron una manifestación poltergeist, que fue presenciada por numerosos testigos, al contrario de lo que sucede habitualmente. Durante el desarrollo del fenómeno, un dentista local, el señor João Volpe, acumuló nada menos que 312 piedras, una de ellas de .7 kilos, que habían sido arrojadas a su casa. Al parecer, los sucesos tuvieron por centros a una niña de once años. Las piedras aparecían desde todas direcciones, pero sólo una vez alcanzaron a alguien; en efecto en cierta ocasión una piedra apareció por el aire, golpeó ligeramente a tres personas en la cabeza y cayó al suelo. Los testigos declararon que la sensación era como la producida por "una pelota llena de aire".
En 1977 un fotógrafo profesional, Graham Morris, fue menos afortunado: le golpeó con fuerza en la frente una pieza de un juego de construcciones que volaba en el momento en que accionó el obturador. Su fotografía muestra a dos personas mirándole, una con los brazos cruzados y la otra con las manos en los bolsillos. Entonces, ¿quién tiró la pieza? Este suceso se registró en el transcurso de las primeras manifestaciones de un caso poltergeist de Enfield (Gan Londres), cuando varios testigos vieron caer al suelo piedras, monedas e incluso un pañuelo de papel, como si hubieran traspasado el techo. Otros incidentes que ocurrieron en Enfleld y que violaban las leyes establecidas de la física incluyen la teleportación (transporte por medios misteriosos) de un libro a la casa de al lado, fenómeno que fue presenciado por las personas que se hallaban en una y otra vivienda; la aparición en el aire de un trozo de plástico ante los ojos de un miembro de la familia en cuestión; y, lo más sorprendente, la aparición repentina de un gran cojín en el tejado de la casa, de la que fueron testigos varios transeúntes asombrados.
Incidentes similares se han registrado desde el año 530 d.C., Cuando Helpidio, médico y diácono, describió numerosas lluvias de piedras que caían inexplicablemente en su propia casa. La semejanza en los relatos de lugares tan distantes como Brasil, Sumatra, Mauricio e Inglaterra les otorga un grado de credibilidad considerable.
Si aceptamos la realidad de los sucesos que parecen desobedecer las leyes establecidas, debemos buscar nuevas leyes, y escuchar atentamente a quienes han estudiado los hechos. El doctor George Owen sugiere tres formas de teleportación: traspaso instantáneo; trasladado a través de un espacio superior (es decir, otra dimensión); y adquisición de un estado en el cual no existe ninguna reacción con la materia ordinaria, de manera que el objeto puede penetrar en ésta libremente.
Owen rechaza la idea del traspaso instantáneo por el hecho de que implicaría el traslado de la materia o la energía a velocidades mucho más rápidas que la luz, lo cual contradice la relatividad. La noción de un espacio superior parece más verosímil puesto que es matemáticamente concebible, y los científicos están dispuestos a admitirla, al menos en teoría. De hecho, el filósofo y físico Ernst Mach (1838- 1916), que ejerció una notable influencia en Einstein, escribió que las apariciones repentinas de objetos en nuestro espacio serían la mejor prueba posible de la existencia de unas dimensiones espaciales superiores, inadvertidas por nosotros.
informacion del futuro
¿Fenómenos eléctricos?
Algunos saltos en el tiempo parecen relacionarse con posibles experiencias de reencarnación; otros con lo que se consideraban apariciones de fantasmas; otros con percepciones extrasensoriales. Todos parecen funcionar de forma natural, y, sin embargo, la mayoría de la gente los relega al reino de lo "sobrenatural". Pero lo "sobrenatural" en realidad no existe, ya que cualquier suceso que tenga lugar en el Universo natural en el que vivimos debe tener orígenes naturales. Si no podemos explicar un fenómeno basándonos en las leyes conocidas de la naturaleza, esto quiere decir que nuestra información es incompleta.
Sin embargo, el conocimiento del mecanismo de los saltos en el tiempo todavía se nos escapa; de momento sólo podemos examinar las pruebas y buscar denominadores comunes entre las experiencias vividas hasta ahora y posiblemente buscar relaciones con las conocidas leyes de la física.
Hasta el momento, se han descubierto los siguientes factores comunes:
1. Un factor inicial que pone en marcha el fenómeno.
2. Comienzo brusco de la experiencia.
3. Una sensación de estar viviendo en dos zonas de tiempo a la vez.
4. Una sensación de sentirse una parte integral de la experiencia o un participante en, la acción.
5. Ausencia de sonido desde el principio al final de la experiencia.
6. A menudo se menciona la existencia de una marcada diferencia entre las condiciones normales de luz y las que se observan durante la experiencia: se habla frecuentemente de "luz plateada".
Según se ha dicho, parece ser que se producen determinados efectos físicos cuando tienen lugar los viajes por el tiempo: el sujeto ve y oye de una forma anormal, y experimenta una sensación de desorientación o distanciamiento. En algunas ocasiones, la gente ha manifestado haber sentido comezón o náuseas justamente antes de experimentar su viaje por el tiempo: esta reacción es idéntica a la que suelen sentir algunas personas particularmente sensibles ante la inminencia de un terremoto o de una tempestad. (Es interesante señalar que varias de las sensaciones descritas pueden también anunciar la presencia de apariciones o de otros fenómenos paranormales.) Cierta mujer describió "una comezón en los brazos y en las piernas, una sensación de estar enchufada". Y puede que no anduviera desencaminada, ya que existen indicios de que en muchas experiencias paranormales interviene cierto tipo de actividad eléctrica.
Un "enchufe" o un contacto con un objeto parece haber sido la causa que provocó la experiencia de Anne May, como si hubiera pulsado un interruptor. Varias personas han utilizado en sus relatos esos mismos términos al describir sus experiencias individuales. Es como si el objeto que inicia el proceso (en el caso de Anne May, la piedra) tuviera en si mismo el poder de invocar esa confusión.
Efectivamente, si la operación de los viajes en el tiempo se debe a una transmisión de información del pasado o el futuro hacia el presente, esa información debe existir ya en algún sitio. Quizá cada uno de los componentes del mundo en que vivimos está continuamente transmitiendo información acerca de sí mismo (acerca de su forma, color, textura, situación, etc.) por medio de "ondas" todavía desconocidas por la ciencia. Parte de esta información puede ser recibida y absorbida por el material que hay a su alrededor y, cuando las condiciones son propicias, puede ser retransmitida por el receptor.
Cualquier ser humano, situado en la zona donde existe la información y cuyo cerebro esté en ese momento operando en la misma frecuencia, puede registrar una impresión acústica o visual procedente de la "onda" enviada por el primero que hizo la "emisión". Así pues, nosotros mismos en momentos de gran emoción o de tensión podemos estar lanzando al aire señales que serán recibidas dentro de años (o siglos) por alguna persona sensible. La mayoría de las apariciones (aunque quizá no todas) podrían ser atribuidas a este tipo de mecanismo.
Pero, ¿en qué consisten estas misteriosas ondas que tienen el poder de transportar imágenes y sonidos a través del tiempo? No lo sabemos. Sin embargo, es un hecho físico comprobado el que todos los objetos irradian ondas electromagnéticas. Las ondas de la luz, que nos permiten percibir el mundo que nos rodea, son sólo un ejemplo; las ondas de radio, los rayos infrarrojos y ultravioletas, los rayos X y los rayos gamma tienen todos naturaleza electromagnética. La mayoría de estas radiaciones invisibles fueron descubiertas en el siglo pasado; ¿quién puede saber qué tipos de radiaciones están esperando todavía a ser descubiertas?
La fascinante rama de la física llamada mecánica cuántica postula que los electrones en los átomos (y nuestro Universo está construido sobre el átomo) se mueven de acá para allá en el tiempo con idéntica facilidad que en el espacio. Quizá entonces sea posible que la información acerca del futuro penetre en el presente a través de un determinado mecanismo aún desconocido.
El futuro está aquí
Pero si tal información puede regresar de el futuro, entonces ese futuro debe existir ya en algún sitio y en una determinada forma. Y puede ser también que nosotros mismos -y de hecho todo material compuesto de átomos- llevemos con nosotros las semillas de nuestro propio porvenir.
El comportamiento individual de las partículas atómicas es impredecible, pero si es posible prever cómo actuarán en masa. Dicho en otras palabras: todos los acontecimientos parecen estar predeterminados por causa y efecto. Quizás la idea del destino surgió a partir de un conocimiento instintivo de este hecho: de que somos lo que somos y hacemos lo que hacemos porque estamos formados genéticamente de una determinada manera.
Una de las puertas medievales de la ciudad de York, donde la Sra. Dove experimentó un viaje al pasado.
Si esto fuera siempre cierto, nosotros y toda la historia humana estaríamos en realidad predestinados, y nuestro futuro ya establecido de forma ineludible. Sin embargo, parece ser que en cierto modo tenemos la facultad de alterarlo -al menos en algunas ocasiones- ejerciendo nuestra propia voluntad.
Por lo tanto, cuando tenemos experiencias de precognición en sueños o despiertos, puede que estemos recibiendo de una materia que ya existe (personas, animales, edificios, etc.) información acerca de su propio desarrollo futuro. Es probable que tal información, a corto plazo, resulte ser verdad, aunque no a largo plazo, ya que al transcurrir un periodo más largo de tiempo existen mayores posibilidades de que la voluntad humana intervenga en el proceso de causalidad.
Sin embargo, hay que decir que estos casos no son muy corrientes. Los viajes al pasado no siempre pueden ser debidos a las "grabaciones" de acontecimientos pasados, aunque sin duda este mecanismo es el que explica un gran número de casos. Varias personas han afirmado haberse visto envueltas activamente en acontecimientos históricos. Mientras la señora D. Dove se encontraba paseando cerca de Bootham Bar, en York, se vio de repente transportada al pasado cuando un rayo de sol golpeó un escudo de armas colocado en la entrada medieval de la ciudad. Su conciencia del presente desapareció de pronto y se vio envuelta en una escena medieval: vio una gran multitud y un grupo de hombres montados a caballo que despejaban el camino para dejar paso al importante personaje que les seguía. Entonces el sol se escondió, y la brillante escena desapareció. ¿Sería posible que la misma puerta hubiera "grabado" esta escena de su propio pasado y que las especiales condiciones de luz provocadas por el repentino destello hubieran puesto en marcha el play-back? Si esto fuera así, ¿por qué la puerta "escogió" esta escena entre los millones de acontecimientos que tenía grabados? Y, ¿por qué la escena no fue presenciada y confirmada por el resto de las personas que estaban presentes en el York del siglo XX? ¿Contenía acaso esa escena en concreto una especial significación para la señora Dove, por ejemplo el recuerdo espontáneo de una vida pasada?
Sintonizar con el tiempo
El cerebro humano funciona eléctricamente; existen diferencias entre un cerebro y otro, y no todos operan exactamente con las mismas frecuencias. Es posible que las personas especialmente sensibles a los fenómenos psíquicos sintonicen con ondas del pasado o del futuro debido a una mera casualidad, simplemente por el hecho de que la actividad de su propio cerebro se halla en la frecuencia correcta en el momento preciso.
También es cierto que muchas experiencias extrañas relacionadas con el tiempo pueden ser debidas a alucinaciones. El sistema de memoria del cerebro todavía no se conoce por completo, y la mente subconsciente ha resultado ser muy compleja; los sueños y la hipnosis revelan un nivel de creatividad inaccesible en la mente consciente. Y también el alcance completo de la herencia genética es todavía un enigma. Sin embargo, cuando todas las posibilidades han sido consideradas y eliminadas, permanece un gran número de experiencias inexplicables o sólo explicables por la hipótesis del campo de fuerza electromagnética que cada ser humano posee, y a través del cual proporciona y recibe información. Si es verdad que el cerebro que recibe datos eléctricos desde fuentes externas es capaz de traducirlos en imágenes y en sonido, entonces sabremos el porqué de muchos de los fenómenos psíquicos, incluidos los saltos en el tiempo.
Algunos saltos en el tiempo parecen relacionarse con posibles experiencias de reencarnación; otros con lo que se consideraban apariciones de fantasmas; otros con percepciones extrasensoriales. Todos parecen funcionar de forma natural, y, sin embargo, la mayoría de la gente los relega al reino de lo "sobrenatural". Pero lo "sobrenatural" en realidad no existe, ya que cualquier suceso que tenga lugar en el Universo natural en el que vivimos debe tener orígenes naturales. Si no podemos explicar un fenómeno basándonos en las leyes conocidas de la naturaleza, esto quiere decir que nuestra información es incompleta.
Sin embargo, el conocimiento del mecanismo de los saltos en el tiempo todavía se nos escapa; de momento sólo podemos examinar las pruebas y buscar denominadores comunes entre las experiencias vividas hasta ahora y posiblemente buscar relaciones con las conocidas leyes de la física.
Hasta el momento, se han descubierto los siguientes factores comunes:
1. Un factor inicial que pone en marcha el fenómeno.
2. Comienzo brusco de la experiencia.
3. Una sensación de estar viviendo en dos zonas de tiempo a la vez.
4. Una sensación de sentirse una parte integral de la experiencia o un participante en, la acción.
5. Ausencia de sonido desde el principio al final de la experiencia.
6. A menudo se menciona la existencia de una marcada diferencia entre las condiciones normales de luz y las que se observan durante la experiencia: se habla frecuentemente de "luz plateada".
Según se ha dicho, parece ser que se producen determinados efectos físicos cuando tienen lugar los viajes por el tiempo: el sujeto ve y oye de una forma anormal, y experimenta una sensación de desorientación o distanciamiento. En algunas ocasiones, la gente ha manifestado haber sentido comezón o náuseas justamente antes de experimentar su viaje por el tiempo: esta reacción es idéntica a la que suelen sentir algunas personas particularmente sensibles ante la inminencia de un terremoto o de una tempestad. (Es interesante señalar que varias de las sensaciones descritas pueden también anunciar la presencia de apariciones o de otros fenómenos paranormales.) Cierta mujer describió "una comezón en los brazos y en las piernas, una sensación de estar enchufada". Y puede que no anduviera desencaminada, ya que existen indicios de que en muchas experiencias paranormales interviene cierto tipo de actividad eléctrica.
Un "enchufe" o un contacto con un objeto parece haber sido la causa que provocó la experiencia de Anne May, como si hubiera pulsado un interruptor. Varias personas han utilizado en sus relatos esos mismos términos al describir sus experiencias individuales. Es como si el objeto que inicia el proceso (en el caso de Anne May, la piedra) tuviera en si mismo el poder de invocar esa confusión.
Efectivamente, si la operación de los viajes en el tiempo se debe a una transmisión de información del pasado o el futuro hacia el presente, esa información debe existir ya en algún sitio. Quizá cada uno de los componentes del mundo en que vivimos está continuamente transmitiendo información acerca de sí mismo (acerca de su forma, color, textura, situación, etc.) por medio de "ondas" todavía desconocidas por la ciencia. Parte de esta información puede ser recibida y absorbida por el material que hay a su alrededor y, cuando las condiciones son propicias, puede ser retransmitida por el receptor.
Cualquier ser humano, situado en la zona donde existe la información y cuyo cerebro esté en ese momento operando en la misma frecuencia, puede registrar una impresión acústica o visual procedente de la "onda" enviada por el primero que hizo la "emisión". Así pues, nosotros mismos en momentos de gran emoción o de tensión podemos estar lanzando al aire señales que serán recibidas dentro de años (o siglos) por alguna persona sensible. La mayoría de las apariciones (aunque quizá no todas) podrían ser atribuidas a este tipo de mecanismo.
Pero, ¿en qué consisten estas misteriosas ondas que tienen el poder de transportar imágenes y sonidos a través del tiempo? No lo sabemos. Sin embargo, es un hecho físico comprobado el que todos los objetos irradian ondas electromagnéticas. Las ondas de la luz, que nos permiten percibir el mundo que nos rodea, son sólo un ejemplo; las ondas de radio, los rayos infrarrojos y ultravioletas, los rayos X y los rayos gamma tienen todos naturaleza electromagnética. La mayoría de estas radiaciones invisibles fueron descubiertas en el siglo pasado; ¿quién puede saber qué tipos de radiaciones están esperando todavía a ser descubiertas?
La fascinante rama de la física llamada mecánica cuántica postula que los electrones en los átomos (y nuestro Universo está construido sobre el átomo) se mueven de acá para allá en el tiempo con idéntica facilidad que en el espacio. Quizá entonces sea posible que la información acerca del futuro penetre en el presente a través de un determinado mecanismo aún desconocido.
El futuro está aquí
Pero si tal información puede regresar de el futuro, entonces ese futuro debe existir ya en algún sitio y en una determinada forma. Y puede ser también que nosotros mismos -y de hecho todo material compuesto de átomos- llevemos con nosotros las semillas de nuestro propio porvenir.
El comportamiento individual de las partículas atómicas es impredecible, pero si es posible prever cómo actuarán en masa. Dicho en otras palabras: todos los acontecimientos parecen estar predeterminados por causa y efecto. Quizás la idea del destino surgió a partir de un conocimiento instintivo de este hecho: de que somos lo que somos y hacemos lo que hacemos porque estamos formados genéticamente de una determinada manera.
Una de las puertas medievales de la ciudad de York, donde la Sra. Dove experimentó un viaje al pasado.
Si esto fuera siempre cierto, nosotros y toda la historia humana estaríamos en realidad predestinados, y nuestro futuro ya establecido de forma ineludible. Sin embargo, parece ser que en cierto modo tenemos la facultad de alterarlo -al menos en algunas ocasiones- ejerciendo nuestra propia voluntad.
Por lo tanto, cuando tenemos experiencias de precognición en sueños o despiertos, puede que estemos recibiendo de una materia que ya existe (personas, animales, edificios, etc.) información acerca de su propio desarrollo futuro. Es probable que tal información, a corto plazo, resulte ser verdad, aunque no a largo plazo, ya que al transcurrir un periodo más largo de tiempo existen mayores posibilidades de que la voluntad humana intervenga en el proceso de causalidad.
Sin embargo, hay que decir que estos casos no son muy corrientes. Los viajes al pasado no siempre pueden ser debidos a las "grabaciones" de acontecimientos pasados, aunque sin duda este mecanismo es el que explica un gran número de casos. Varias personas han afirmado haberse visto envueltas activamente en acontecimientos históricos. Mientras la señora D. Dove se encontraba paseando cerca de Bootham Bar, en York, se vio de repente transportada al pasado cuando un rayo de sol golpeó un escudo de armas colocado en la entrada medieval de la ciudad. Su conciencia del presente desapareció de pronto y se vio envuelta en una escena medieval: vio una gran multitud y un grupo de hombres montados a caballo que despejaban el camino para dejar paso al importante personaje que les seguía. Entonces el sol se escondió, y la brillante escena desapareció. ¿Sería posible que la misma puerta hubiera "grabado" esta escena de su propio pasado y que las especiales condiciones de luz provocadas por el repentino destello hubieran puesto en marcha el play-back? Si esto fuera así, ¿por qué la puerta "escogió" esta escena entre los millones de acontecimientos que tenía grabados? Y, ¿por qué la escena no fue presenciada y confirmada por el resto de las personas que estaban presentes en el York del siglo XX? ¿Contenía acaso esa escena en concreto una especial significación para la señora Dove, por ejemplo el recuerdo espontáneo de una vida pasada?
Sintonizar con el tiempo
El cerebro humano funciona eléctricamente; existen diferencias entre un cerebro y otro, y no todos operan exactamente con las mismas frecuencias. Es posible que las personas especialmente sensibles a los fenómenos psíquicos sintonicen con ondas del pasado o del futuro debido a una mera casualidad, simplemente por el hecho de que la actividad de su propio cerebro se halla en la frecuencia correcta en el momento preciso.
También es cierto que muchas experiencias extrañas relacionadas con el tiempo pueden ser debidas a alucinaciones. El sistema de memoria del cerebro todavía no se conoce por completo, y la mente subconsciente ha resultado ser muy compleja; los sueños y la hipnosis revelan un nivel de creatividad inaccesible en la mente consciente. Y también el alcance completo de la herencia genética es todavía un enigma. Sin embargo, cuando todas las posibilidades han sido consideradas y eliminadas, permanece un gran número de experiencias inexplicables o sólo explicables por la hipótesis del campo de fuerza electromagnética que cada ser humano posee, y a través del cual proporciona y recibe información. Si es verdad que el cerebro que recibe datos eléctricos desde fuentes externas es capaz de traducirlos en imágenes y en sonido, entonces sabremos el porqué de muchos de los fenómenos psíquicos, incluidos los saltos en el tiempo.
SALTOS AL FUTURO
Saltos al futuro
Los saltos al tiempo futuro parecen ser casi tan frecuentes como los que se refieren al pasado; la diferencia es que quienes los experimentan suelen quedar mucho más aterrorizados. Estas experiencias de precognición parecen entrar dentro de dos categorías: precognición mientras se está despierto y precognición en sueños. La segunda puede incluir también sueños repetidos premonitorios, pero son más comunes los sueños aislados. El tema puede ser de naturaleza trivial o trágica. Curiosamente: los acontecimientos dramáticos de la vida parecen no tener prioridad: se dan en aproximadamente la misma proporción que los demás.
Es bastante común que en los sueños aparezcan lugares concretos desconocidos para el que sueña. El individuo puede encontrarse con la misma escena más tarde, y en consecuencia el sueño será considerado como una precognición. Sin embargo, puede no ser éste el caso. Parece ser que la mente a menudo registra información subconscientemente, a través de escenas que se ven en la vida real y que más tarde son olvidadas excepto en los sueños. Luego, cuando el lugar verdadero aparece en la vida real, se cree que ha sido anunciado de una forma precognitiva a través del sueno.
La incidencia que tienen los sueños premonitorios supera la de la precognición en estado consciente. Esta es muy común, casi siempre involuntaria, y se da frecuentemente en un corto período de tiempo antes de que se produzca el acontecimiento anunciado. Constituye una predicción más que una premonición, y suele tener por objeto sucesos de escasa importancia. Sin embargo, cuando predicen acontecimientos dramáticos, éstos son precisos e inequívocos. El tiempo transcurrido entre la experiencia de precognición y su cumplimiento suele ser corto, cuestión de horas o días.
Uno de los casos más sorprendentes de precognición de un acontecimiento dramático le ocurrió a la señorita R. H. Hodgskin. de Birmingham (Inglaterra). y a una amiga suya a la que llamaremos Tessa G. El 20 de abril de 1974 las dos estaban pasando el día en Londres y decidieron visitar la Torre. Todo estaba tranquilo y en la "White Tower", que alberga el museo de armas antiguas, sólo había unos cuantos turistas como ellas.
Tras haber pasado un rato contemplando las armas, las dos amigas empezaron a encontrar la atmósfera de los calabozos deprimente, y decidieron volver afuera. Habían subido la mitad de las escaleras cuando Tessa se volvió hacia su amiga y le dijo: "Oigo chillar a unos niños." La señorita Hodgskin no oyó nada, excepto un ligero murmullo de conversación en la parte de abajo, y así se lo dijo a su amiga. Tessa empezó a inquietarse y elevó el tono de voz. "No -dijo- oigo a unos niños gritar y dar voces." Su amiga no conseguía oír nada anormal, y cada una de ellas pensó que los sentidos de la otra funcionaban mal. Sin embargo, Tessa G. estaba evidentemente convencida de que había oído los gritos de los niños, y quedó bastante desconcertada. Finalmente, el punto muerto en el que estaban se resolvió saliendo al exterior en busca de una reconfortante taza de té. El asunto fue olvidado por el momento.
Unos pocos meses después, explotó una bomba terrorista en la "White Tower", matando e hiriendo gravemente a una serie de personas, incluidos varios niños.
¿Qué es lo que oyó Tessa? ¿Sonidos de dolor y terror provenientes del sombrío pasado de la Torre de Londres? ¿.0 la agonía de unos niños que iban a sufrir en aquel mismo lugar unos meses después? Esta segunda explicación parece más probable, aunque no hay ningún medio de confirmar o refutar la cuestión.
La iglesia de Pyrford, donde la señora Turrell-Clarke, presenció unas vísperas del siglo XIII.
La frecuencia de casos de precognición es bastante alta. La predicción tiene una historia casi tan larga como la de la raza humana. y los profetas siempre han tenido cierta fama, aunque, como indica el refrán. "nadie es profeta en su tierra". En realidad, cuando las profecías han sido pesimistas (y exactas) se ha demostrado que ver en el futuro constituye una experiencia peligrosa. Sin embargo, la precognición se sigue produciendo y no parece estar sujeta al control humano. Quizás un día podremos aprender a controlarla.
Los saltos al tiempo futuro parecen ser casi tan frecuentes como los que se refieren al pasado; la diferencia es que quienes los experimentan suelen quedar mucho más aterrorizados. Estas experiencias de precognición parecen entrar dentro de dos categorías: precognición mientras se está despierto y precognición en sueños. La segunda puede incluir también sueños repetidos premonitorios, pero son más comunes los sueños aislados. El tema puede ser de naturaleza trivial o trágica. Curiosamente: los acontecimientos dramáticos de la vida parecen no tener prioridad: se dan en aproximadamente la misma proporción que los demás.
Es bastante común que en los sueños aparezcan lugares concretos desconocidos para el que sueña. El individuo puede encontrarse con la misma escena más tarde, y en consecuencia el sueño será considerado como una precognición. Sin embargo, puede no ser éste el caso. Parece ser que la mente a menudo registra información subconscientemente, a través de escenas que se ven en la vida real y que más tarde son olvidadas excepto en los sueños. Luego, cuando el lugar verdadero aparece en la vida real, se cree que ha sido anunciado de una forma precognitiva a través del sueno.
La incidencia que tienen los sueños premonitorios supera la de la precognición en estado consciente. Esta es muy común, casi siempre involuntaria, y se da frecuentemente en un corto período de tiempo antes de que se produzca el acontecimiento anunciado. Constituye una predicción más que una premonición, y suele tener por objeto sucesos de escasa importancia. Sin embargo, cuando predicen acontecimientos dramáticos, éstos son precisos e inequívocos. El tiempo transcurrido entre la experiencia de precognición y su cumplimiento suele ser corto, cuestión de horas o días.
Uno de los casos más sorprendentes de precognición de un acontecimiento dramático le ocurrió a la señorita R. H. Hodgskin. de Birmingham (Inglaterra). y a una amiga suya a la que llamaremos Tessa G. El 20 de abril de 1974 las dos estaban pasando el día en Londres y decidieron visitar la Torre. Todo estaba tranquilo y en la "White Tower", que alberga el museo de armas antiguas, sólo había unos cuantos turistas como ellas.
Tras haber pasado un rato contemplando las armas, las dos amigas empezaron a encontrar la atmósfera de los calabozos deprimente, y decidieron volver afuera. Habían subido la mitad de las escaleras cuando Tessa se volvió hacia su amiga y le dijo: "Oigo chillar a unos niños." La señorita Hodgskin no oyó nada, excepto un ligero murmullo de conversación en la parte de abajo, y así se lo dijo a su amiga. Tessa empezó a inquietarse y elevó el tono de voz. "No -dijo- oigo a unos niños gritar y dar voces." Su amiga no conseguía oír nada anormal, y cada una de ellas pensó que los sentidos de la otra funcionaban mal. Sin embargo, Tessa G. estaba evidentemente convencida de que había oído los gritos de los niños, y quedó bastante desconcertada. Finalmente, el punto muerto en el que estaban se resolvió saliendo al exterior en busca de una reconfortante taza de té. El asunto fue olvidado por el momento.
Unos pocos meses después, explotó una bomba terrorista en la "White Tower", matando e hiriendo gravemente a una serie de personas, incluidos varios niños.
¿Qué es lo que oyó Tessa? ¿Sonidos de dolor y terror provenientes del sombrío pasado de la Torre de Londres? ¿.0 la agonía de unos niños que iban a sufrir en aquel mismo lugar unos meses después? Esta segunda explicación parece más probable, aunque no hay ningún medio de confirmar o refutar la cuestión.
La iglesia de Pyrford, donde la señora Turrell-Clarke, presenció unas vísperas del siglo XIII.
La frecuencia de casos de precognición es bastante alta. La predicción tiene una historia casi tan larga como la de la raza humana. y los profetas siempre han tenido cierta fama, aunque, como indica el refrán. "nadie es profeta en su tierra". En realidad, cuando las profecías han sido pesimistas (y exactas) se ha demostrado que ver en el futuro constituye una experiencia peligrosa. Sin embargo, la precognición se sigue produciendo y no parece estar sujeta al control humano. Quizás un día podremos aprender a controlarla.
VIAJES EN EL TIEMPO
Todos tenemos conciencia del paso del tiempo; envejecemos y morimos, y no se puede "atrasar el reloj". Pero encontrarse repentinamente en el pasado o en el futuro constituye una experiencia desconcertante y asombrosamente común.
En nuestra vida en este planeta hace falta un acontecimiento importante para despertarnos de nuestro conformismo. Una zona poco analizada de nuestra experiencia es la del tiempo, ya que estamos condicionados desde la cuna hasta la tumba para aceptarlo según ciertas normas: las de la cronología de los relojes.
Desde la infancia, nos enseñan a medir los meses y los años. Se nos enseña a "saber la hora", lo cual significa el tiempo que mide el reloj más próximo. Aprendemos a interpretar el calendario: éste mes es septiembre, éste es mayo, cuándo empiezan y terminan las estaciones... Pero esta forma de medir el tiempo no es más que un práctico invento humano mediante el cual el hombre primitivo sabía ya cuándo debía alimentar al ganado, plantar las simientes o cosechar. El reloj y el calendario no son más que mecanismos que nos ayudan a ordenar nuestras vidas, a imponer una rutina en el caos. Pero la cronología puede no ser la única forma del tiempo; el cosmos produce, quizá, mecanismos temporales de naturaleza muy distinta.
Es posible que el conflicto entre este tiempo cósmico o universal y la cronología humana sea la causa de los extraordinarios, fenómenos denominados "lapsus temporales" o "saltos en el tiempo", en los que dos aspectos o dimensiones de éste parecen funcionar simultáneamente: el sujeto puede hallarse viviendo en el presente y en el pasado (o, en algunos casos, en el presente y en el futuro) al mismo tiempo. La experiencia suele ser, por lo menos, desconcertante, y a veces confusa y alarmante.
El retorno de los monjes
Un ejemplo sorprendente de lapsus temporal le ocurrió a la señora Turrell-Clarke, que vivía en Wisley-cum-Pyrford (Surrey, Inglaterra). La señora iba en bicicleta por una moderna carretera rumbo a la iglesia donde se celebraban las vísperas, cuando bruscamente la carretera se transformó en una senda campestre y le pareció que iba a pie. Vio venir hacia ella a un hombre vestido como los campesinos del siglo XIII, que se hizo a un lado para dejarla pasar. En ese momento le pareció que ella llevaba un hábito de monja.
Un mes más tarde, la misma señora estaba en su iglesia parroquial (había pertenecido a la abadía de Newark, y sobrevivido milagrosamente a la disolución de los monasterios) cantando con el coro que entonaba un canto llano. Pero a la mitad del cántico vio, atónita, cómo la iglesia "cambiaba" volviendo a su estado original -piso de tierra batida, altar de piedra, ventanas ojivales- y por el centro del edificio pasó una procesión de monjes con hábitos pardos que entonaban el mismo canto llano que cantaba el coro del siglo XX. En ese momento la señora Turrell-Clarke se dio cuenta de que formaba parte de un pequeño grupo que estaba en el fondo de la iglesia y apenas tomaba parte en las ceremonias.
Algunas veces, los saltos en el tiempo requieren un cierto tipo de contacto físico. El 29 de mayo de 1973 una maestra de Norwich, la señora Anne May, visitaba con su marido el conjunto arqueológico de Clava Cairns (Inverness, Escocia), que consta de tres losas sepulcrales de principios de la edad del Bronce, entre los años 1800 y 1500 a.C. El día era claro, soleado; los pájaros cantaban y la señora May anduvo primero alrededor de las toscas lápidas y después fue hacia el circulo de monolitos que las rodean. Finalmente, se apoyó sobre una de las losas y cerró los ojos un momento, intentando lo que los yoguis llaman "perder un segundo" (un momento totalmente en blanco). Cuando volvió a abrirlos vio a un grupo de hombres que llevaban túnicas peludas y pantalones constituidos por tiras de cuero cruzadas. Avanzaban lentamente, y parecían arrastrar uno de los grandes monolitos sobre el terreno. Notó, en particular, que llevaban cabellos oscuros y muy largos. Esta curiosa visión pudo haber durado más si no hubiese llegado un grupo de turistas. Inmediatamente, la señora May volvió al siglo XX.
Este es un ejemplo muy claro de lo que parece suceder en los saltos temporales. El sujeto estaba interesado por lo que le rodeaba, pero no concentrado en ello; el salto ocurrió en un lugar y un momento precisos -cuando su cuerpo tocó el monolito, y la transición del presente al pasado fue tan instantánea como su inversión.
En nuestra vida en este planeta hace falta un acontecimiento importante para despertarnos de nuestro conformismo. Una zona poco analizada de nuestra experiencia es la del tiempo, ya que estamos condicionados desde la cuna hasta la tumba para aceptarlo según ciertas normas: las de la cronología de los relojes.
Desde la infancia, nos enseñan a medir los meses y los años. Se nos enseña a "saber la hora", lo cual significa el tiempo que mide el reloj más próximo. Aprendemos a interpretar el calendario: éste mes es septiembre, éste es mayo, cuándo empiezan y terminan las estaciones... Pero esta forma de medir el tiempo no es más que un práctico invento humano mediante el cual el hombre primitivo sabía ya cuándo debía alimentar al ganado, plantar las simientes o cosechar. El reloj y el calendario no son más que mecanismos que nos ayudan a ordenar nuestras vidas, a imponer una rutina en el caos. Pero la cronología puede no ser la única forma del tiempo; el cosmos produce, quizá, mecanismos temporales de naturaleza muy distinta.
Es posible que el conflicto entre este tiempo cósmico o universal y la cronología humana sea la causa de los extraordinarios, fenómenos denominados "lapsus temporales" o "saltos en el tiempo", en los que dos aspectos o dimensiones de éste parecen funcionar simultáneamente: el sujeto puede hallarse viviendo en el presente y en el pasado (o, en algunos casos, en el presente y en el futuro) al mismo tiempo. La experiencia suele ser, por lo menos, desconcertante, y a veces confusa y alarmante.
El retorno de los monjes
Un ejemplo sorprendente de lapsus temporal le ocurrió a la señora Turrell-Clarke, que vivía en Wisley-cum-Pyrford (Surrey, Inglaterra). La señora iba en bicicleta por una moderna carretera rumbo a la iglesia donde se celebraban las vísperas, cuando bruscamente la carretera se transformó en una senda campestre y le pareció que iba a pie. Vio venir hacia ella a un hombre vestido como los campesinos del siglo XIII, que se hizo a un lado para dejarla pasar. En ese momento le pareció que ella llevaba un hábito de monja.
Un mes más tarde, la misma señora estaba en su iglesia parroquial (había pertenecido a la abadía de Newark, y sobrevivido milagrosamente a la disolución de los monasterios) cantando con el coro que entonaba un canto llano. Pero a la mitad del cántico vio, atónita, cómo la iglesia "cambiaba" volviendo a su estado original -piso de tierra batida, altar de piedra, ventanas ojivales- y por el centro del edificio pasó una procesión de monjes con hábitos pardos que entonaban el mismo canto llano que cantaba el coro del siglo XX. En ese momento la señora Turrell-Clarke se dio cuenta de que formaba parte de un pequeño grupo que estaba en el fondo de la iglesia y apenas tomaba parte en las ceremonias.
Algunas veces, los saltos en el tiempo requieren un cierto tipo de contacto físico. El 29 de mayo de 1973 una maestra de Norwich, la señora Anne May, visitaba con su marido el conjunto arqueológico de Clava Cairns (Inverness, Escocia), que consta de tres losas sepulcrales de principios de la edad del Bronce, entre los años 1800 y 1500 a.C. El día era claro, soleado; los pájaros cantaban y la señora May anduvo primero alrededor de las toscas lápidas y después fue hacia el circulo de monolitos que las rodean. Finalmente, se apoyó sobre una de las losas y cerró los ojos un momento, intentando lo que los yoguis llaman "perder un segundo" (un momento totalmente en blanco). Cuando volvió a abrirlos vio a un grupo de hombres que llevaban túnicas peludas y pantalones constituidos por tiras de cuero cruzadas. Avanzaban lentamente, y parecían arrastrar uno de los grandes monolitos sobre el terreno. Notó, en particular, que llevaban cabellos oscuros y muy largos. Esta curiosa visión pudo haber durado más si no hubiese llegado un grupo de turistas. Inmediatamente, la señora May volvió al siglo XX.
Este es un ejemplo muy claro de lo que parece suceder en los saltos temporales. El sujeto estaba interesado por lo que le rodeaba, pero no concentrado en ello; el salto ocurrió en un lugar y un momento precisos -cuando su cuerpo tocó el monolito, y la transición del presente al pasado fue tan instantánea como su inversión.
VIAJES EN EL TIEMPO
Los críticos dieron mucha importancia a las discrepancias entre las declaraciones de Agnes y Dorothy. Pese a eso, hay que subrayar dos detalles en defensa de estos relatos. Primero: Dorothy, y no Agnes, era una dotada reconocida. Agnes puede haber actuado como medium, y puede haber respondido con más lentitud al estímulo de los sonidos. Segundo, no hay dos personas que vivan de la misma manera un hecho idéntico, particularmente cuando se trata de calcular tiempos. Los relatos de dos testigos de un mismo acontecimiento raramente coinciden.
Se conocen varios casos de personas que se han encontrado súbitamente en medio imágenes o sonidos de batallas.
No obstante, existen objeciones más serias a la afirmación que hicieron las Northon de que su experiencia fue paranormal. Los críticos han sugerido varias explicaciones naturales para los ruidos que oyeron. La draga que trabajaba en la bahía, por ejemplo: el ruido de una draga es inconfundible; es un sonido regular y fluctuante, a mitad de camino entre un gruñido y un zumbido. Pero no es un "rugido", como dijo Dorothy, y ninguna draga podría re producir los ruidos de una batalla. El ruido de un bombardeo en picado no se olvida cuando se ha oído una vez. Pero, ¿lanchas de desembarco? ¿Qué ruido pueden producir que sea identificable a distancia? Este detalle pareció poco plausible a los críticos, pero es posible que aquel ruido resultara familiar a Agnes, a causa de su trabajo como WRNS durante la guerra. El ruido de aviones: ¿habrá sido simplemente el de los vuelos regulares que pasaban sobre Puys?
Pero algunas cuestiones quedan sin respuesta. Las Norton dijeron que mientras escuchaban los ruidos de la batalla en la playa, tenían conciencia de que se trataba de una experiencia paranormal. Esto es muy raro. Uno de los rasgos más característicos de las experiencias psíquicas es que quienes las experimentan pocas veces las reconocen como tales hasta después. Los sujetos suelen sentir asombro e incomodidad mientras ocurre, pero eso se explica porque están recibiendo información simultánea de dos orígenes distintos: los sentidos, confinados en el tiempo cronológico, y una fuente paranormal, que no experimenta esas restricciones. Además, el comienzo de una experiencia psíquica con frecuencia aparece asociado con la emisión de ondas alfa, el "punto muerto" del cerebro, cuando el sujeto no se está concentrando en nada de particular. El acto de concentrarse en una experiencia paranormal generalmente hace que las ondas alfa sean reemplazadas por otras, que sacan al sujeto del estado en que puede experimentar fenómenos psíquicos. Si Agnes y Dorothy Norton notaron que lo que escuchaban tenía una fuente paranormal, es raro que no hayan "emergido" inmediatamente de la experiencia.
La experiencia de las señoritas Moberley y Jourdain en Versalles sí parece tener todos los rasgos de un error del tiempo retrocognitivo. El paisaje traspuesto, la presencia de gente de otra época, los intercambios entre las dos mujeres del siglo XX y la gente que encontraron mientras recorrían bosques y senderos, todo sugiere que el tiempo se había dislocado.
El caso de Dieppe es menos claro. Lo que suscita mayores dudas son, curiosamente, los detalles adicionales proporcionados por Agnes, pese a que la psíquica era Dorothy.
Se conocen varios casos de personas que se han encontrado súbitamente en medio imágenes o sonidos de batallas.
No obstante, existen objeciones más serias a la afirmación que hicieron las Northon de que su experiencia fue paranormal. Los críticos han sugerido varias explicaciones naturales para los ruidos que oyeron. La draga que trabajaba en la bahía, por ejemplo: el ruido de una draga es inconfundible; es un sonido regular y fluctuante, a mitad de camino entre un gruñido y un zumbido. Pero no es un "rugido", como dijo Dorothy, y ninguna draga podría re producir los ruidos de una batalla. El ruido de un bombardeo en picado no se olvida cuando se ha oído una vez. Pero, ¿lanchas de desembarco? ¿Qué ruido pueden producir que sea identificable a distancia? Este detalle pareció poco plausible a los críticos, pero es posible que aquel ruido resultara familiar a Agnes, a causa de su trabajo como WRNS durante la guerra. El ruido de aviones: ¿habrá sido simplemente el de los vuelos regulares que pasaban sobre Puys?
Pero algunas cuestiones quedan sin respuesta. Las Norton dijeron que mientras escuchaban los ruidos de la batalla en la playa, tenían conciencia de que se trataba de una experiencia paranormal. Esto es muy raro. Uno de los rasgos más característicos de las experiencias psíquicas es que quienes las experimentan pocas veces las reconocen como tales hasta después. Los sujetos suelen sentir asombro e incomodidad mientras ocurre, pero eso se explica porque están recibiendo información simultánea de dos orígenes distintos: los sentidos, confinados en el tiempo cronológico, y una fuente paranormal, que no experimenta esas restricciones. Además, el comienzo de una experiencia psíquica con frecuencia aparece asociado con la emisión de ondas alfa, el "punto muerto" del cerebro, cuando el sujeto no se está concentrando en nada de particular. El acto de concentrarse en una experiencia paranormal generalmente hace que las ondas alfa sean reemplazadas por otras, que sacan al sujeto del estado en que puede experimentar fenómenos psíquicos. Si Agnes y Dorothy Norton notaron que lo que escuchaban tenía una fuente paranormal, es raro que no hayan "emergido" inmediatamente de la experiencia.
La experiencia de las señoritas Moberley y Jourdain en Versalles sí parece tener todos los rasgos de un error del tiempo retrocognitivo. El paisaje traspuesto, la presencia de gente de otra época, los intercambios entre las dos mujeres del siglo XX y la gente que encontraron mientras recorrían bosques y senderos, todo sugiere que el tiempo se había dislocado.
El caso de Dieppe es menos claro. Lo que suscita mayores dudas son, curiosamente, los detalles adicionales proporcionados por Agnes, pese a que la psíquica era Dorothy.
VIAJES EN EL TIEMPO
"Un ruido indescriptible"
En septiembre de 1968, el señor R.A. Eades informó a la SPR de unas vacaciones que había pasado en Francia con su familia, a fines de agosto de 1951. En el curso de estas vacaciones, una noche que se hallaban acampados al este de Dieppe fueron despertados por un "ruido indescriptible, que continuó durante varias horas". La familia Eades discutió lo que oía y comparó el ruido con "un zoológico enloquecido", "una feria", "el recreo de una escuela amplificado y distante". Sin embargo, estaban convencidos de que no se trataba de ninguna de estas cosas, y al día siguiente se enteraron en la ciudad de que una draga había estado trabajando en la bahía. La máquina seguía allí, ahora inactiva.
Después de una prolongada correspondencia acerca del caso, éste fue reexaminado por un investigador independiente en 1969. Revisó todos los detalles con cuidado; puso en duda algunos de los principales puntos del relato, y puso de relieve otros, como por ejemplo la coincidencia con el aniversario del salto temporal de Versalles. Todo ello evidenció que la historia de la incursión a Dieppe, tal como la contaron Agnes y Dorothy, contiene algunas inexactitudes. Pero lo mismo sucedió con la versión Moberley-Jourdain de Versalles.
Las experiencias paranormales extendidas casi nunca coinciden totalmente con los hechos conocidos. Esto puede suceder porque mientras está presente un elemento paranormal -o sea, que se recibe información a través de fuentes extrasensoriales - las fuentes sensoriales también están transmitiendo información "normal".
Pero la cuestión sigue en pie: las dos experiencias, la de Moberley y Jourdain y la de las Norton, ¿fueron genuinamente paranormales? Lo cierto es que, a pesar de sus puntos comunes, ambas experiencias tuvieron características diferentes. La de Moberley y Jourdain fue auditiva y visual, mientras la de las Norton fue sólo auditiva. Además, en Versalles las dos mujeres no sólo hablaron a las personas que vieron, sino que recibieron respuestas (del caballero que les indicó la casa, por ejemplo, y del lacayo que se ofreció a enseñarles el camino). Agnes y Dorothy Norton, en cambio, eran simplemente un público; no desempeñaron ningún papel activo en el drama invisible que se representaba más allá de su balcón.
Moberley y Jourdain no parecían tener una idea clara de lo que encontrarían en el Pequeño Trianón. Poseían un conocimiento general de la historia de Francia en el siglo XVIII y de la vida de María Antonieta en Versalles, pero su visita al castillo de la reina fue sugerida principalmente por la posibilidad de dar un agradable paseo por los jardines en una tarde tibia.
En cuanto se acercaron al Pequeño Trianón, la excursión perdió todo el encanto. Las dos mujeres se sintieron deprimidas y desorientadas. Tuvieron dificultades para encontrar el camino por los bosques y los senderos. Lo extraño de la gente que encontraron -el hombre del kiosco, los corredores invisibles, el caballero, el lacayo, la dama con el fichú- las inquietaron. Su relato de los acontecimientos de esa tarde, aunque fue escrito tres meses después, respiraba todavía esa inquietud. Si hubieran tenido la intención de engañar, de inventar una historia plausible o de perpetrar un fraude deliberado, seguramente hubiesen cuidado más los detalles de su relato.
En cuanto a la experiencia de Agnes y Dorothy Norton en Puys: ellas poseían también un conocimiento meramente general de la historia de la zona. Sin embargo, estuvieron tres horas en su balcón escuchando los ruidos de una batalla invisible que se desarrollaba en la playa de Dieppe, cuyos detalles coincidían en general con otros relatos de la famosa incursión de 1942. Su experiencia no es única: otros observadores se han encontrado con representaciones de batallas de otros tiempos.
En septiembre de 1968, el señor R.A. Eades informó a la SPR de unas vacaciones que había pasado en Francia con su familia, a fines de agosto de 1951. En el curso de estas vacaciones, una noche que se hallaban acampados al este de Dieppe fueron despertados por un "ruido indescriptible, que continuó durante varias horas". La familia Eades discutió lo que oía y comparó el ruido con "un zoológico enloquecido", "una feria", "el recreo de una escuela amplificado y distante". Sin embargo, estaban convencidos de que no se trataba de ninguna de estas cosas, y al día siguiente se enteraron en la ciudad de que una draga había estado trabajando en la bahía. La máquina seguía allí, ahora inactiva.
Después de una prolongada correspondencia acerca del caso, éste fue reexaminado por un investigador independiente en 1969. Revisó todos los detalles con cuidado; puso en duda algunos de los principales puntos del relato, y puso de relieve otros, como por ejemplo la coincidencia con el aniversario del salto temporal de Versalles. Todo ello evidenció que la historia de la incursión a Dieppe, tal como la contaron Agnes y Dorothy, contiene algunas inexactitudes. Pero lo mismo sucedió con la versión Moberley-Jourdain de Versalles.
Las experiencias paranormales extendidas casi nunca coinciden totalmente con los hechos conocidos. Esto puede suceder porque mientras está presente un elemento paranormal -o sea, que se recibe información a través de fuentes extrasensoriales - las fuentes sensoriales también están transmitiendo información "normal".
Pero la cuestión sigue en pie: las dos experiencias, la de Moberley y Jourdain y la de las Norton, ¿fueron genuinamente paranormales? Lo cierto es que, a pesar de sus puntos comunes, ambas experiencias tuvieron características diferentes. La de Moberley y Jourdain fue auditiva y visual, mientras la de las Norton fue sólo auditiva. Además, en Versalles las dos mujeres no sólo hablaron a las personas que vieron, sino que recibieron respuestas (del caballero que les indicó la casa, por ejemplo, y del lacayo que se ofreció a enseñarles el camino). Agnes y Dorothy Norton, en cambio, eran simplemente un público; no desempeñaron ningún papel activo en el drama invisible que se representaba más allá de su balcón.
Moberley y Jourdain no parecían tener una idea clara de lo que encontrarían en el Pequeño Trianón. Poseían un conocimiento general de la historia de Francia en el siglo XVIII y de la vida de María Antonieta en Versalles, pero su visita al castillo de la reina fue sugerida principalmente por la posibilidad de dar un agradable paseo por los jardines en una tarde tibia.
En cuanto se acercaron al Pequeño Trianón, la excursión perdió todo el encanto. Las dos mujeres se sintieron deprimidas y desorientadas. Tuvieron dificultades para encontrar el camino por los bosques y los senderos. Lo extraño de la gente que encontraron -el hombre del kiosco, los corredores invisibles, el caballero, el lacayo, la dama con el fichú- las inquietaron. Su relato de los acontecimientos de esa tarde, aunque fue escrito tres meses después, respiraba todavía esa inquietud. Si hubieran tenido la intención de engañar, de inventar una historia plausible o de perpetrar un fraude deliberado, seguramente hubiesen cuidado más los detalles de su relato.
En cuanto a la experiencia de Agnes y Dorothy Norton en Puys: ellas poseían también un conocimiento meramente general de la historia de la zona. Sin embargo, estuvieron tres horas en su balcón escuchando los ruidos de una batalla invisible que se desarrollaba en la playa de Dieppe, cuyos detalles coincidían en general con otros relatos de la famosa incursión de 1942. Su experiencia no es única: otros observadores se han encontrado con representaciones de batallas de otros tiempos.
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